Cartel de La danza con la caricatura de Rossini publicada en la portada de Le Hanneton, 1867 (Crédits: Il Volo music) |
En el tour Notte magica Gianluca Ginoble interpreta una alegre tarantela titulada La danza del compositor italiano del siglo XIX Gioachino Rossini (1792-1868). La tarantela es un baile popular de origen napolitano que, en el siglo XIX, con el Romanticismo y su gusto por la recuperación de la música popular, fue cultivada por grandes compositores como Franz Schubert, Franz Liszt o Frédéric Chopin. En su forma moderna, la tarantela es un baile de galanteo y seducción entre parejas, de ritmo muy vivo, acompañado de canto. Rossini compuso La danza en 1835, con letra del conde Carlo Pepoli, y fue incluida en la colección Les soirées musicales, compuesta cuando el músico ya se había instalado en París. Se trata de una canción cómica donde se describe una fiesta en la que chicos y chicas bailan mientras coquetean entre ellos. Aunque ha sido interpretada fundamentalmente por tenores (Caruso, Pavarotti, Flórez o Bocelli), también se ha adaptado para barítonos, bajos e, incluso, sopranos.
Rossini fue uno de los personajes más curiosos e interesantes de la historia de la música. Hijo de un músico y una cantante, fue extraordinariamente precoz, estrenando su primera ópera a los 18 años. Antes de cumplir los 25 años ya se había convertido en el compositor más solicitado de Italia, creando óperas de todo tipo, aunque destacó especialmente en el género bufo. Su obra de mayor éxito fue El barbero de Sevilla (1816) y Guillermo Tell supuso su consagración definitiva. Sin embargo, después del estreno de esta última obra en 1829, decidió no volver a componer ninguna ópera más. Las razones no están claras. Según algunos, Rossini creía que había llegado a la cima del género operístico y otro éxito no le iba a aportar nada a su carrera, mientras que un fracaso podía echarla a perder. Otros atribuyen su retirada de la ópera a la acomodada posición económica que había conseguido y otros a sus ciclos maniaco-.depresivos. Sea cual sea la causa, Rossini abandonó la ópera pero no la música: siguió componiendo obras breves, entre ellas La danza, además de dirigir varios teatros.
Rossini fue uno de los personajes más curiosos e interesantes de la historia de la música. Hijo de un músico y una cantante, fue extraordinariamente precoz, estrenando su primera ópera a los 18 años. Antes de cumplir los 25 años ya se había convertido en el compositor más solicitado de Italia, creando óperas de todo tipo, aunque destacó especialmente en el género bufo. Su obra de mayor éxito fue El barbero de Sevilla (1816) y Guillermo Tell supuso su consagración definitiva. Sin embargo, después del estreno de esta última obra en 1829, decidió no volver a componer ninguna ópera más. Las razones no están claras. Según algunos, Rossini creía que había llegado a la cima del género operístico y otro éxito no le iba a aportar nada a su carrera, mientras que un fracaso podía echarla a perder. Otros atribuyen su retirada de la ópera a la acomodada posición económica que había conseguido y otros a sus ciclos maniaco-.depresivos. Sea cual sea la causa, Rossini abandonó la ópera pero no la música: siguió componiendo obras breves, entre ellas La danza, además de dirigir varios teatros.
En 1823 se instaló en Francia, donde finalmente murió, aunque siguió viajando a Italia y otros países de Europa durante toda su vida. Aunque abandonó la ópera siendo aún joven (37 años), nunca abandonó su segunda gran pasión: la gastronomía. Rossini era un gran cocinero y anfitrión, y eran famosas las cenas que celebraba en su casa para agasajar a sus amigos en las que servía sus platos favoritos. Nunca se dedicó profesionalmente a la cocina, pero sí se le atribuye la invención de varios platos que llevan su nombre. Al parecer, mantenía una buena amistad con famosos cocineros y les sugería recetas que luego los chefs llevaban a cabo. Era un gran amante de la pasta italiana, que dio a conocer en Europa, y sus ingredientes favoritos eran las trufas y el foie gras. Entre los platos que llevan su nombre, destacan los canelones y el Turnedó Rossini.
Rossini fue, sin duda, todo un personaje que definió la vida así: Comer y amar, cantar y digerir; esos son, a decir verdad, los cuatro actos de esta ópera bufa que es la vida y que se desvanece como la espuma de una botella de champán.
A continuación se puede disfrutar de la interpretación de Gianluca Ginoble de La danza en Moscú, con subtítulos en español.
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