Il Volo en el escenario de Verona durante el concierto-tributo a Enno Morricone (Créditos: @barone_piero en Instagram) |
El 5 de junio de 2021 fue otra fecha clave en la carrera de
Il Volo. No era la primera, en otras ocasiones Gianluca Ginoble, Ignazio
Boschetto y Piero Barone ya se había enfrentado a retos muy importantes, como
el 1 de julio de 2016 en la plaza de Santa Croce de Florencia, cuando
celebraron otro tributo muy ambicioso en honor y recuerdo a los “Tres tenores”,
Pavarotti, Domingo y Carreras (1). Sin embargo, Gianluca Ginoble calificó el
concierto que se celebró en la Arena de Verona en homenaje a Ennio Morricone
como “el punto más alto de su carrera”. Y es que en este concierto concurrían
unas circunstancias, algunas históricas, tan especiales que es prácticamente
imposible que vuelvan a coincidir.
En primer lugar, este concierto se celebraba después de año
y medio desde la irrupción en nuestras vidas de una pandemia mundial que ha
mantenido paralizado el mundo del espectáculo y de la música en vivo. Estaba
previsto que el concierto se celebrara en Roma, con la plaza de San Pedro del
Vaticano como fondo. Sin embargo, la desfavorable evolución de la pandemia
aconsejaba un espacio al aire libre pero cerrado para mantener con mayor
seguridad las normas sanitarias. Así que, finalmente, el concierto se celebró
en la Arena de Verona, uno de los escenarios musicales más prestigiosos de
Italia y donde Il Volo siempre había obtenido grandes éxitos. Para la Arena de
Verona también era un acontecimiento decisivo: el concierto inauguraba la
temporada y sería el punto de partida de una cierta normalidad en la
organización de conciertos con público. Por otra parte, Piero, Ignazio y
Gianluca se enfrentaban por primera vez a un concierto trasmitido en directo
por televisión y con la dificultad adicional de ser ellos los encargados de la
conducción de todo el evento. E, indudablemente, el mayor reto suponía enfrentarse
a la figura de un gigante como Ennio Morricone, un auténtico maestro de la
música universal, símbolo cultural de Italia y autor de muchas de las bandas
sonoras de mayor calidad de la historia del cine.
Ennio Morricone con su segundo Oscar recibido en 2016 (Créditos: Cineuropa 19/2/2016) |
Antes de pasar a hablar del concierto, es obligado detenernos a tratar la figura homenajeada. Ennio Morricone (10 de noviembre de 1928- 6 de julio de 2020) nació y murió en Roma. Hijo de un trompetista, Mario Morricone, empezó a estudiar música a los nueve años. En un principio quería formarse como trompetista, pero sus grandes dotes para la composición, la armonía y la música coral llevó a sus profesores a recomendarle estos caminos que estudió brillantemente en el conservatorio, sin abandonar la trompeta. Desde el inicio de su carrera compuso música culta y sinfónica, mostrando un gran interés por la vanguardia, pero la necesidad de mantener a su familia desde su matrimonio, a partir de la década de los años 50, le lleva a trabajar para la televisión y el cine, así como arreglista de canciones de música pop.
El gran éxito internacional le llegó a Morricone de la mano
de un antiguo compañero de escuela, Sergio Leone, que se disponía a rodar un
western de bajo presupuesto en España con Clint Eastwood (entonces,
prácticamente desconocido) como protagonista y que le propuso componer la banda
sonora. Esta película tuvo éxito y le siguieron dos más de muy parecidas
características, en las que Leone renovó el género del Oeste, renovación a la
que Morricone contribuyó de forma decisiva. La compenetración entre Leone y
Morricone fue absoluta, el maestro supo captar el sentido de la narración y el
peculiar estilo de Leone, lleno de primeros planos y largos silencios.
Morricone introdujo innovaciones geniales, como el uso combinado de la orquesta
y los coros tradicionales con la guitarra eléctrica y otros sonidos muy pocos
habituales, como el del arpa de boca o el silbido humano, creando así un estilo
que, todavía hoy y tal vez para siempre, identificamos inmediatamente con el
western.
A partir de ese momento, Ennio Morricone se convierte en uno
de los músicos más solicitados para las grandes producciones de cine europeas y
americanas. Trabajó para directores de la categoría de Bertolucci, Oliver
Stone. Brian de Palma, Tornatore, Pasolini, Almodóvar o Polansky. Ganó multitud
de premios del mundo de la música y el cine, aunque, durante muchos años, se le
resistió el premio Oscar, a pesar de estar nominado cinco veces. Este
comportamiento de Hollywood con el maestro fue especialmente escandaloso cuando
no se le concedió el Oscar a la mejor banda sonora por “La Misión”, una
verdadera obra maestra de la música. Finalmente, se trató de reparar esta
injusticia con la concesión del premio Oscar a toda su carrera en 2006 y,
finalmente, en 2016, el Oscar a la mejor banda sonora original por “The Hateful
Eight” (“Los odiosos ocho”) de Tarantino. En 2020 le fue concedido, junto a
John Williams, el Premio Princesa de Asturias de las Artes, el galardón más
prestigioso de España. A pesar de su avanzada edad, aseguró que iría a Oviedo a
recoger este premio, pero la muerte se lo impidió y el encargado de
representarle fue su hijo Andrea Morricone.
Ennio Morricone fue un auténtico genio de la música, aunque
no atribuyó su éxito a la inspiración inesperada, sino al estudio, el trabajo y
la constancia. Estaba convencido que este era el secreto de su éxito tanto en
su vida privada como en su carrera musical. Estuvo casado con el amor de su
vida, Maria Travia, a la que dedicó sus premios Oscar, desde 1956 hasta su
muerte, y declaraba que consiguió el amor de Maria “día a día, gota a gota,
porque en el amor como en el arte, la constancia lo es todo”; y añadía: “No sé si
existe el amor a primera vista o las intuiciones sobrenaturales. Sé que existe
la constancia y la seriedad y, por supuesto, la lealtad”. Toda una filosofía de
vida (2).
Dos momentos de Il Volo en el concierto-tributo a Ennio Morricone, a la derecha con Andrea Morricone (Créditos: @gianginoble11 en Instagram) |
Y ahora, volvamos al concierto del 5 de junio en Verona. Desde los primeros compases, se pudo comprobar que la producción y todo el esfuerzo de los trabajadores del espectáculo había sido excelente. El escenario, que combinaba sabiamente la tradición artística con la modernidad tecnológica, era impresionante. Estaba perfectamente estudiada la disposición de la orquesta, el coro y la zona adelantada reservada para los cantantes. Unas enormes pantallas proyectaban diferentes imágenes de las películas en las que intervino Morricone, además de otros elementos artísticos y arquitectónicos clásicos (columnas, balaustradas, bóvedas, arcos) y medievales, como la catedral gótica que acompañó la interpretación de la canción “I colori dell’amore”. Y al fondo, en el centro, un verdadero acierto escenográfico: utilizar uno de los majestuosos arcos de medio punto romanos de la Arena de Verona como puerta de entrada y salida del escenario, a modo de arco de triunfo. Todo esto, unido a la iluminación, ya en sí mismo constituía un auténtico espectáculo. El vestuario de Piero, Ignazio y Gianluca, a cargo de Dolce y Gabbana, también era de extraordinaria calidad: en la primera parte del concierto, lucieron un impecable smoking azul oscuro con broche en la solapa y zapatos de charol. En la segunda parte, el vestuario seguía siendo muy elegante, aunque más ligero: traje azul de chaqueta cruzada, polos y mocasines.
Y finalmente, debemos hablar del espectáculo musical. A lo
largo de más de dos horas, Piero, Ignazio y Gianluca fueron alternando
canciones tomadas de algunas de las bandas sonoras más importantes de
Morricone, canciones pop con arreglos del maestro y las canciones más
significativas del propio repertorio de Il Volo, a las que añadieron una
canción cada uno que interpretaron en solitario, mostrando la singularidad de
la personalidad artística de cada uno. La Orquesta Sinfónica Véneta, que
acompañó a Il Volo, fue dirigida por el maestro Marcello Rota con la
colaboración de Andrea Morricone, que se hizo cargo de la dirección en
canciones de su padre y suyas propias. Contaron también con varios invitados,
como Salvatore Cascio que interpretó el papel de niño en “Nuovo Cinema
Paradiso”, Marco Giallini y Laura Chiatti que colaboraron en la conducción del
evento o Riccardo Cocciante, Nina Zilli, Raphael Gualazzi, Andrea Griminelli y
Julian Iorio que interpretaron diferentes canciones con ellos.
Piero, Gianluca e Ignazio atentos a la interpretación de Riccardo Cocciante (Créditos: Rai1) |
El concierto comenzó con Gianluca, Piero e Ignazio saliendo
al escenario a través de uno de los impresionantes arcos de medio punto de la
Arena de Verona, al compás de los acordes de “El éxtasis del oro”, como si
fueran tres héroes de western que deben enfrentarse a un desafío decisivo. Pero,
como los grandes protagonistas de leyenda, salieron triunfantes gracias a su
valía, coraje y corazón.
Canciones interpretadas:
- Estasi dell’oro, de la película “Il buono, il brutto, il cattivo”, 1966; dirige la orquesta Andrea Morricone.
- Your love, de la película “C’era una volta il west”, 1968; dirige la orquesta Andrea Morricone.
- Nessun dorma de la ópera “Turandot” de Giacomo Puccini.
- Se telefonando (E. Morricone, M. Costanzo y G. De Chiara), 1966.
- Il mondo (I.N. Greco, C. Pes, E. Sbriccioli, G. Meccia), 1965, con Riccardo Cocciante.
- Quando finisce un amore (R. Cocciante, A. Cassella, M. Luberti), 1974; solo de Riccardo Cocciante
- Se, de la película “Nuovo Cinema Paradiso”, 1988; dirige la orquesta Andrea Morricone.
- Metti una sera a cena, de la película “Metti una será a cena”, 1969; con Nina Zilli y Raphael Gualazzi al piano.
- ’O sole mio, (E. Di Capua, A. Mazzucchi, G. Capurro), 1898.
- Grande amore, (C. Esposito, F. Boccia), 2015.
- Here’s to you, de la película “Sacco e Vanzetti”, 1971.
- E più ti pensó, de la películas “C’era una volta in America” , 1984 y “Malèna”, 2000.
- Your song (E. John, B. Taupin, C.B. Sager, D.W Foster), 1970; solo de Gianluca Ginoble.
- No puede ser, de la zarzuela “La tabernera del puerto” (P. Sorozábal), 1936. Piero Barone con Andrea Griminelli a la flauta.
- Listen (Beyoncé, A. Preven, H. Krieger, S.M. Cutler), 2006. Ignazio Boschetto con Julian Iorio al saxofón.
- Nella fantasia, de la película “The Mission”, 1986, con Andrea Griminelli a la flauta.
- Nel blu dipinto di blu (Volare) (D. Modugno, F. Migliacci), 1958.
- Un amore così grande (H. Mancini, A. Maggio, G.M. Ferilli), 1976.
- My Way (P. Anka, C. Francois, J. Revaux, G. Thibout), 1969.
- I colori dell’anore (A. Morricone), 2021.
- Libiamo ne’lieti calici, de la ópera “La Traviata” de Giuseppe Verdi, 1853.
- Conradiana (A. Bocelli, E. Morricone), 2007.
Acceso al concierto completo en Raiplay
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